Aunque la mortalidad por diferentes motivos es mayor en las personas obesas, la causa principal del fallecimiento es la enfermedad cardiovascular, cuyo riesgo triplica en estos pacientes el de la población de peso normal.
La enfermedad cardiaca sucede en un primer momento a consecuencia de la formación de la llamada placa de ateroma, una acumulación de materia grasa adherida sobre la cara interna de las arterias coronarias, que son las que llevan el oxígeno y los nutrientes al corazón.
El abultamiento que forman las placas de ateroma en el interior de las arterias coronarias hace que su diametro interior se estreche, por lo que se reduce la llegada de oxígeno y nutrientes a las células del corazón. En estas condiciones aumenta la posibilidad de sufrir una falta crónica de oxígeno en este órgano vital, que se pone de manifiesto cuando las circunstancias exigen un mayor aporte de oxígeno. Así, en situaciones de esfuerzo surge el angor o angina de esfuerzo, que pone en evidencia la dificultad de proporcionar oxígeno a un corazón obligado a trabajar mas y –por lo tanto- a consumir una mayor cantidad de oxígeno. La enfermedad se manifiesta por el típico dolor anginoso opresivo o en garra en la zona del tórax que corresponde a la localización del corazón.
Un grado mayor de dificultad para el suministro de oxígeno se pone de manifiesto a través de la angina o angor de pequeños esfuerzos y, en último extremo, incluso sin esfuerzo alguno, cuando el estrechamiento de las arterias coronarias ha alcanzado un punto crítico.
Sin embargo, la obstrucción de las arterias coronarias puede presentarse de forma brusca, a causa de la oclusión completa de una rama arterial del sistema coronario, bien por desprendimiento de la placa de ateroma que se desplaza hasta enclavarse en una arteria de menor tamaño o por el crecimiento de la propia placa de ateroma, que obstaculiza totalmente el paso de sangre a través de la arteria coronaria, dando lugar a una lesión permanente del corazón, lo que pone en serio peligro la vida del paciente. Es el infarto de miocardio. El paciente tiene una mayor probabilidad de sufrir estos tipos de trastornos conforme aumenta su índice de masa corporal, decir, su grado de sobrepeso u obesidad.
La obesidad puede desencadenar o empeorar la insuficiencia cardiaca congestiva. Esta es una enfermedad en la que el corazón fracasa globalmente en llevar a todo el organismo el oxígeno y los nutrientes necesarios para su funcionamiento normal. Por así decirlo, su músculo se ve incapaz de hacer circular la sangre en el volumen adecuado y a la velocidad adecuada. Cuando la masa corporal aumenta, aumenta también el esfuerzo cardiaco necesario para atender las necesidades del organismo, lo que empeora considerablemente la insuficiencia cardiaca.
La insulina hace que la glucosa penetre en las células y pueda ser aprovechada convenientemente, bajando de paso la concentración de glucosa en la sangre. Al aumentar la resistencia a la insulina, la glucosa permanece en mayor concentración en la sangre, por lo que puede aparecer la enfermedad.
Existe una estrecha relación entre diabetes tipo 2 y obesidad. De hecho, mas del 80 % de los diabéticos de esta clase tienen exceso de peso. Diversos estudios clínicos han puesto de manifiesto que aquellas personas con un IMC de 32 o superior tienen un riesgo triple de sufrir diabetes mellitus tipo 2 que las personas con un IMC de 19 a 22.
Como se sabe, la diabetes es una causa frecuente de muerte prematura, enfermedad cardiaca, accidente cerebrovascular, fracaso renal o ceguera.
Aunque la obesidad y la elevación del colesterol en sangre son factores de riesgo independientes, el paciente obeso presenta muy a menudo elevación de triglicéridos en sangre y disminución del colesterol “bueno”, lo que a su vez aumenta el riesgo cardiovascular.
Diámetro abdominal aumentado (obesidad abdominal). Disponer de una cantidad elevada de grasa abdominal es un importante factor de riesgo cardiovascular, de mucho mayor valor predictivo que la acumulación de grasa en cualquier otro lugar del organismo.
Hiperlipemia, incluyendo elevación de triglicéridos, elevación del colesterol malo (LDL) y disminución del colesterol bueno (HDL).
Hipertensión arterial
Elevación por encima de lo normal de las cifras de glucosa en sangre en ayunas.
En pacientes con obesidad acentuada (IMC igual o superior a 40), un estudio de mas de 16 años de duración ha puesto de manifiesto un mayor riesgo de padecer cáncer de esófago, colon, recto, hígado, vesícula biliar, páncreas y riñón, mama y útero (endometrio), así como enfermedades malignas como el mieloma múltiple y el linfoma no hodgkiniano. Se calcula que el riesgo adicional de sufrir este tipo de enfermedad es un 50% mayor que en personas de peso normal.
Aunque en el caso del cáncer de mama los datos pueden ser controvertidos, se estima que una mujer obesa puede tener un riesgo triple de sufrir un cáncer de útero que la población femenina de peso normal.
En el caso de los tumores del tubo digestivo, se ha indicado que la causa mas verosímil del aumento del riesgo de cáncer de esófago es el reflujo de jugo gástrico desde el estómago al esófago (reflujo gastroesofágico), que sucede frecuentemente en las personas obesas y da lugar a ardores de mayor o menor intensidad.
El síndrome de apnea obstructiva del sueño se origina por un bloqueo momentáneo del paso del aire por la vía aérea superior, que se repite sucesivamente. Aparte de otros factores que también intervienen en la producción del SAOS, la obesidad hace que se rellene de grasa el tejido que rodea la garganta, facilitando así la aparición o agravamiento del SAOS, al estrechar el paso de aire por esta zona.
La obesidad es un riesgo sobreañadido al embarazo. De un lado, puede facilitar la aparición de la diabetes gestacional; por otro, favorece la elevación de la presión arterial. También se ha relacionado con una elevación de la tasa de mortalidad fetal en fases avanzadas del embarazo y una mayor incidencia de partos por cesárea.
Esto es particularmente cierto en chicas jóvenes, en las que se ha podido demostrar una relación directa entre grado de obesidad y depresión. Cuanto mayor es el índice de masa corporal, tanto mayor es el grado de depresión. Por el contrario, los jóvenes del sexo masculino no parecen estar afectados en el mismo grado.
Derivado de esto, algunos indicadores sociales como el grado de escolarización o el bienestar económico también se deterioran en el obeso, especialmente en la mujer.
http://www.efdeportes.com/efd155/cadasil-y-obesidad-mejora-de-la-calidad-de-vida.htm
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